martes, 18 de mayo de 2010

La Alquimia

La alquimia en la Europa medieval


La alquimia fue bastante fácilmente aceptada por la filosofía cristiana y los alquimistas medievales europeos.
La alquimia en esta época era autorizada por la iglesia como un buen método de explorar y desarrollar la teología. La alquimia era interesante para la amplia variedad de clérigos porque ofrecía una visión racionalista del universo donde los hombres apenas estaban empezando a aprender sobre el racionalismo.





Los alquimistas practicaban su arte: experimentaban activamente con sustancias químicas y hacían observaciones y teorías sobre cómo funcionaba el universo. Toda su filosofía giraba en torno a su creencia en que el alma del hombre estaba dividida dentro de él tras la caída de Adán.
Pedro Abelardo preparo cimientos para la aceptación del pensamiento aristotélico antes de que las primeras obras de Aristóteles alcanzasen Occidente. Su principal influencia en la alquimia fue su creencia en que los universales platónicos no tenían una existencia separada fuera de la consciencia del hombre
Alberto Magno (1193–1280) y Tomás de Aquino (1225–1274) fueron dos dominicos que estudiaron a Aristóteles y trabajaron en la reconciliación de las diferencias entre la filosofía y el cristianismo. Ambos estuvieron entre los primeros en emprender el examen de la teoría alquímica y ellos mismos podrían ser considerados alquimistas, excepto por el hecho de que hicieron poco en cuanto a la experimentación.
El primer alquimista auténtico en la Europa medieval fue Roger Bacon. Su obra supuso tanto para la alquimia como la de Robert Boyle para la química y la de Galileo Galilei para la astronomía y la física. A Roger Bacon también se le ha atribuido el inicio de la búsqueda de la piedra filosofal y del elixir de la vida: «Esa medicina que eliminará todas las impurezas y corrupciones de los metales menores también, en opinión de los sabios, quitará tanto de la corruptibilidad del cuerpo que la vida humana podrá ser prolongada durante muchos siglos.»
El papa Juan XXII publicó en el año 1317 un edicto contra la alquimia (Spondet quas non exhibent), que efectivamente retiró a todos los miembros de la iglesia de la práctica del arte.

Nicolas Flamel:
vivió entre 1330 y 1417. todo su interés por el arte giraba en torno a la búsqueda de la piedra filosofal, que se dice que halló.
Durante la baja Edad Media (1300–1500) los alquimistas fueron muy parecidos a Flamel: se concentraron en la búsqueda de la piedra filosofal y el elixir de la juventud, que ahora se creía que eran cosas separadas. Sus alusiones crípticas y su simbolismo llevaron a grandes variaciones en la interpretación del arte. Por ejemplo, muchos alquimistas durante este periodo interpretaban que La purificación del alma significaba la transmutación del plomo en oro (en la que creían que el mercurio desempeñaba un papel crucial). Estos hombres eran considerados magos y hechiceros por muchos y fueron con frecuencia perseguidos por sus prácticas.
Flamel, hizo bastante por cambiar la alquimia de una filosofía mística a una magia ocultista. Mantuvo vivas las filosofías de alquimistas anteriores, incluyendo la ciencia experimental, la numerología, y más, pero añadió la teoría mágica, lo que reforzó la idea de la alquimia como creencia ocultista.



Las brujas del medioevo




Una bruja es un ser humano -por lo general una mujer, pero a veces también un hombre e incluso un niño- que se ha entregado al Diablo por medio de un pacto o contrato, para servirle o asistirle.
La bruja, pues, es un individuo que:
1) Practica maleficium,es decir, que hace daño por medios ocultos.
2) Se ha entregado al Diablo, pasando a ser su sirviente.
3) Es de por sí un ser monstruoso que vuela por los aires de noche, con propósitos malignos tales como devorar niños recién nacidos, y que se asocia con sus semejantes en sitios salvajes y desolados.
4) Es miembro de una sociedad o secta que celebra periódicamente reuniones, llamadas sabbats o aquelarres, donde se parodia sistemáticamente a la religión cristiana y se adora al Diablo, quien a su vez mantenía relaciones sexuales con sus adeptos humanos.
Las brujas adoraban al Diablo, al cual consideraban como un dios, su Dios. En los sabaths o aquelarres, se arrodillaban ante el Diablo y le decían: "Os reconocemos como nuestro señor, nuestro Dios y nuestro Creador."
El Diablo les aparecía por primera vez a la futura bruja en un momento de desesperación, de desamparo o de profunda soledad o desconsuelo de ésta. La nueva bruja debe, formal e irrevocablemente, renunciar a Dios, a Cristo, a la religión cristiana y ponerse en cambio al servicio de Satanás, quien deja su marca en ella: a menudo con las uñas o garras de su mano izquierda y en el lado izquierdo del cuerpo.
las brujas se agrupaban en sociedades secretas, debía pasar un ritual, tenía dos partes aceptar al Diablo de propia voluntad, no obligados por nadie, y que se entreguen en cuerpo y alma. Asimismo debían renegar de Dios, de Jesucristo y de sus santos. Una vez admitidas, el Diablo les hacía una marca rasgándoles en una parte del cuerpo con las garras o con los dientes. Allí se formaba una marca azulada, con la forma de pata de liebre o de rata. Por último, firmaban con el Diablo un pacto o contrato con sangre


El sabbat o aquelarre:
Cuando la reunión nocturna de brujas era a nivel local, se llamaba esbat. Era un sabbat cuando se reunían brujos y brujas de lugares lejanos.
Los esbat eran reuniones ordinarias que se realizaban por lo general los viernes, en los que participaban solamente las brujas de una determinada localidad.
Los sabbats eran reuniones ecuménicas celebradas con gran ceremonia tres o cuatro veces al año, en los que participaban brujas de todas las regiones.
El sabbat tenía una finalidad religiosa, la de adorar al Diablo, y en ella las brujas llevaban niños recién nacidos y los devoraban arrancándoles las entrañas tras entregar su sangre al Diablo, que se sentaba en un trono. Además se hacían danzas alrededor de una fogata, durante las cuales a veces se transformaban en animales.
Durante la celebración se presentaban al Diablo las brujas que estaban en falta o pecado, y le confesaban sus delitos: ir a misa, faltar a sabbats, no haber hecho suficientes maleficia, y eran castigadas siendo azotadas terriblemente.
El Diablo pronunciaba un sermón incitándoles al mal. Se parodiaba la Eucaristía repartiendo a las brujas y brujos una hostia negra y dura, y con un vino que parecía agua de alcantarilla. Finalmente cerraba el sabbat y enviaba a los participantes a sus casas, con instrucciones de realizar todos los maleficia concebibles contra sus vecinos cristianos.
El esbat se hacía con una finalidad práctica. En él no estaba presente el Diablo, y las brujas y brujos lo hacían para cumplir algún encargo de un cliente (como hacer maleficium sobre alguien, arruinar una cosecha, etc).
El maleficium:
El maleficium o maleficio era el poder sobrenatural que el Diablo concedía a la bruja a cambio de servirla y de obrar siempre el mal. Este maleficio solía causar la muerte por medio de una grave enfermedad.
Maleficios de las brujas:
Causar la muerte o la enfermedad.
Causar impotencia en los hombres o esterilidad o abortos en las mujeres.
Atraer tormentas.
Provocar pestes y otras epidemias.
Además, las brujas ejercían poderes adivinatorios respecto a asuntos como saber si una persona está embrujada.
Podían transformarse en animal (cabra, conejo, perro, caballo, etc).
Reacción de la sociedad medieval:
Esto podía ocurrir sobre todo en aldeas, etc, donde la autoridad central no es fuerte.
Donde hay fuerte autoridad, es ella quien se encarga de juzgar a la bruja o brujo, y condenar bien a pagar indemnización, bien ejecutándola.
La gente solía encontrar la explicación a algún desastre inexplicable o imprevisible en un maleficium. Por ello en épocas de crisis se acusaba y quemaba a muchas personas acusadas de brujería.